sábado, 7 de mayo de 2011

Segundo Encuentro: La sorpresa de una visita

(Con Imágenes Exclusivas)

Aunque no podría decir que la invitación me era indiferente, era claro que el encuentro con mis ex compañeros de colegio era eso, ex compañeros de colegio. Con algunos había hecho buenas migas y con otros no tanto.

Pienso que ellos tienen una impresión similar hacia mi persona como la que yo tengo hacia ellos.
La primera oportunidad en que nos encontramos ocurrió algo similar a lo que vivíamos 35 años en el pasado. los más amigos se sentaron juntos, y pudieron hacer recuerdos de aquellos tiempos, mientras otros, algo más "outsiders", difícilmente pudieron lograr un interrogatorio básico para ver en que pie se estaban encontrando ahora.
Vi muy cambiado a Alberto Valenzuela, por ejemplo, bastante más desenvuelto que antes cuando compartíamos en el colegio. Era obvio, había habido un desarrollo en él, mientras otros, sencillamente manteníamos un caracter tremendamente parecido a lo que solíamos ver en los tiempos del colegio. para algunos eso es bueno, para otros no se si tanto. Lo que sí noté era el deseo de encontrarnos, vernos y reconocernos, quizás como los mismos cabros chicos de antaño, claro que ahora, con menos pelo en la cabeza (algunos sin ningun pelo), la mayoría más gordos, algunos evidenciando el éxito en lo económico y otros, como diría otro.. "a medio morir saltando".

una breve síntesis de aquel primer encuentro. El Segundo sin embargo tenía otro ingrediente. un ex compañero de curso vendría al encuentro desde el mismísimo Miami, USA: Andrés Alarcón. y como era de suponer, con una facha primer mundista realmente notable.

Los preámbulos de aquel encuentro fueron muy buenos, tallas, anécdotas, y una que otra contribución con visos de adolescentes que nos definía con tremenda sinceridad, aun cuando ya estemos bordeando el medio siglo y las canas (los que todavía tenemos pelo), ya se hacen cada vez más evidentes.
Si hubiera que decir lo bueno creo que lo mejor de los elementos motivacionales fueron los power point con las modelos, la Marengo en paños menores, aquella esquisitez casi poética que invitaba prohibiendo pasarle la lengua a la pantalla, o esos deliciosos bombones para hombres, por citar los más recordadas.
Algo que me gustó mucho de aquel segundo encuentro es que pudimos compartir con compañeros que no habían asistido a la anterior cita. Pedro Vega, Max, Andrés Alarcón, en fin varios.
Respecto a este últmo, realmente lo más insólito fue descubrir que a veces basta una conversación pequeña, e incluso superficial para descubrir que había algo en común que en realidad era insospechado, más aun, sabiendo que viviendo en paises tan distantes, existía un nexo que iba más allá de lo común; la clave, la existencia de Le Bouchon, el restaurante frances, cuyo dueño, un francés de nombre George Eric Farge, que en alguna oportunidad estuvo con su señora en Chile y que en este País conocí, sabiendo que su residencia habitual era Miami, USA. Y que tiene de especial eso, sencillamente que su esposa de entonces, Candice era nada menos que mi prima hermana. El mundo es muy pequeño y todos somos pasajeros de él en este tiempo y así lo descubrimos con Andrés Alarcón en una breve pero prolífica conversación, que quizás ahora me atrevería a decir fue lo más relevante de la noche.

Ahora, para hacer realmente honor, me gustó compartir las fotos del curso que trajo en un albúm Max, haberme reencontrado con Victor Valdeavellano, saber de Javier Santos y escuchar como se las arregla ahora con el negocio de los libros, lo que realiza Víctor Yáñez, y como prospera el negocio de transportes de Werner. Me conmovió saber que el hermano de Erenchun, creo uno de los menores, y que yo recordaba por un acidente en el colegio en la galería de la cancha de Hockey ya no nos acompañaba y que era de Pancho Morales en su nueva incursión laboral en el negocio de las Cámaras de Seguridad...
Y para que decir, contar con el Pato Guerra que a las tres de la mañana se comedió en llevarme a la casa de mis padres en la Florida y conversar animadamente, quizás más que todo lo que habíamos conversado mientras fuimos compañeros de Colegio. Suma y sigue, Mientras más hurgo en los recuerdo, más imágenes se asoman a la memoria y me entusiasma el contarlas, el encuentro fue bueno. Algo caro para mi presupuesto, un poco reducido pero aun accesible, ahora digo, a un año del suceso, bien valía la pena.


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